Las Elecciones 2016 serán como ninguna otra en la historia de este país; lo que está en juego es sumamente importante
Por: Graysen M. Ocasio*/Publicador de TRT—
Muralla erigida en Méjico, a ser pagada por el gobierno mexicano. El repudio de latinos, musulmanes, mujeres, personas de la comunidad LGBTT y otros inmigrantes que no sean caucásicos. Las continuas falsedades. Todas éstas y más son parte de la plataforma que ha hecho a Donald Trump tan eligible frente a los racistas y otros que buscan tal división humana. ¿Se ha percatado? ¿Ha leído la prensa? ¿Le molesta que esto suceda? ¿Piensa hacer algo al respecto?
Espero que su contestación a la última pregunta sea; “Sí, definitivamente votaré por la candidata que no representa desunión, racismo, anti-etnia, anti-mujeres, anti-musulmanes, anti-árabes, anti-judíos, anti-LGBT, anti-latinos y más”. Si esa no es su elección o si decide no votar, entonces está, directa o indirectamente, eligiendo a Trump.
Sé lo que se siente cuando el candidato de nuestra predilección pierde. Existe un tiempo de desamor, de incredulidad y hasta deseos de no votar son parte de la ecuación. Otras personas tratan de ver lo positivo en el otro candidato que queda. En mi caso, no quería votar por Barack Obama en el 2008. Estaba disgustado de que Hillary había perdido ante un hombre que era un principiante en la política—un hombre que ella misma había apoyado para su puesto en el Senado de los E.U. ¿“Cómo pudo haberle traicionado”? me pregunté indignadamente. Pensé en votar por los republicanos por primera vez en mi vida—un pensamiento que cesó tan rápidamente como llegó a mi mente, pues nunca he creído en la división y carencia de protecciones que la mayor parte de los republicanos exhiben hacia los grupos minoritarios.
Decidí entonces darme a la tarea de informarme sobre el Senador de Chicago y candidato a la presidencia en ese momento. Sabía que, como miembro de la comunidad LGBTT, él no creía en el matrimonio igualitario. Eso me mantenía a la deriva. Además, los rumores de que era un novato me preocupaban grandemente, dado lo acontecido en el 9/11. Sin embargo, no tenía otra selección si quería hablar de política luego, o describir cómo me sentiría sobre el “estado en que se encontraban las cosas”. Más importante aún, quería que mi voto contara y tenía que ser objetivo, había algunos planes del candidato en los que creía. Por semanas estuve leyendo el Washington Post, el New York Times, el Boston Globe, el USA Today, a Huffington Post, etc. Compré dos libros de Obama, “La Audacia de la Esperanza” y “Los Sueños de mi Padre” para entender más al niño abandonado por su padre, al hombre joven que fue a Harvard, sus ideales, su formación, sus sueños futuros y su código moral. Esto me ayudó mucho a tomar una decisión final sobre si le apoyaría o no.
Finalmente, decidí apoyarle por tantas razones. Sería injusto mencionarlas todas en esta columna, pues son muchísimas. Lo que sí puedo compartir es que fue una decisión rebuscada. Recuerdo al candidato haber hablado del pago igualitario para mujeres también, un sexismo y discrimen que ha existido bajo todos los presidentes previos. Bajo en nuevo presidente, una de las tareas que quiso hacer antes de sus 100 días en la Oficina fue La Ley del Pago Justo Lilly Ledbetter. Ya como Presidente Obama en 2009, él la firmó como ley y mantuvo su promesa de hacerlo en sus primeros 100 días de trabajo. Dicha ley supuestamente les concede pago igualitario a las mujeres del país, entre otras cosas. Aunque todavía la ley no está en vigencia totalmente, fue algo que me ayudó a entender la importancia de haber votado por el Presidente Obama y no por el partido republicano. Teníamos más en común de lo que pensaba. Eso es lo que un líder debe compartir con usted, ciertos conceptos y valores comunes que no puede deshonrar. Recuerde, aún los políticos evolucionan. Los votantes evolucionamos también, como votantes y como seres humanos.
Todo esto me ayudó a un nivel más profundo. Entendí, al pasar del tiempo, que todo tiene una razón de ser—aunque dicha razón no sea clara inmediatamente. Nunca hubiese pensado que sentiría nostalgia ante la partida del Presidente 44 de los Estados Unidos, Barack Obama. Su presidencia me mostró lo que es ser presidencial a pesar de las duras críticas, amenazas, comentarios racistas y sinsabores por los cuales pasó, además de poner en frente la lucha por la justicia de todos y no sólo la de algunos americanos, como otros presidentes pasados han decidido arbitrariamente. Durante su presidencia él fue insultado, cuestionado, abusado, amenazado por americanos de esta misma nación e inclusive fue el sujeto de “bromas” raciales que me mostraron y le mostraron al resto del mundo el nivel de racismo que existe en esta nación—la tierra de la libertad y democracia. Ante todo comentario racista en su contra y en contra de su familia, su presidencia brilló con respeto, ecuanimidad, valor humano y unidad.
Su evolución fue tal que cuando empezó su plataforma política el Presidente Obama no creía en el matrimonio igualitario. No pensé que su evolución sería tan completa y genuina. Gracias a él, las personas del mismo sexo tenemos matrimonio igualitario actualmente—lo que es hoy la ley de la nación. Esto fue hecho por este Presidente y con la ayuda de las personas que empleó para ayudarles a lograr dicha tarea—una que había sido usada como plataforma religiosa para aislar, herir y hasta robarnos de los derechos que como americanos tenemos también. Esto pasó gracias al presidente “gay” por el cual voté.
En el transcurso de estos pasados 8 años, he escuchado, de algunas personas ignorantes, que ya “no existe racismo” pues había un presidente moreno fue electo a la Casa Blanca. ¡Qué manera de pensar tan estrecha! Ahora es que somos testigos de tal racismo, recóndito mayormente, que siempre ha existido en esta nación, mejor observado por los comentarios, acciones y seguidores del candidato republicano a la presidencia, Donald J. Trump. Ese racismo, odio en contra de la etnia de otros, sexismo, xenofobia, odio a los musulmanes, a los judíos, el mofarse de las personas con discapacidades, y más, no son características de un candidato a la presidencia de la nación más poderosa y progresista del mundo; mucho menos de un presidente de esta nación.
No he visto nunca, en la historia de esta los E.U., ni en las ocasiones que he votado—siempre he votado—un candidato que carezca tantas cualidades de liderazgo, que no tenga conocimiento de asuntos internacionales, y mucho menos de nacionales o locales. Este es un hombre peligroso para nuestros derechos y los derechos de la humanidad. El elegir a este hombre como el comandante supremo de esta nación sería un error de proporciones inexplicables. En una presidencia “Trumpista” el mundo completo observaría como la democracia y la “igualdad” ganada hasta ahora se desvanecerá. Su unión y apoyo al Presidente de Rusia, Vladimir Putin, es otro ejemplo de cómo los derechos humanos no serán importantes durante una presidencia republicana bajo Trump. Temo que añadirían leyes Anti-LGBT como la que tiene ahora Carolina del Norte, hacia la comunidad LGBTT, especialmente la transgénero. La elección de un déspota traería sólo vergüenza y caos, odio y guerras, disolución de derechos humanos doméstica e internacionalmente, una devastación económica y social como ninguna otra, y algunos dicen que hasta una tercera guerra mundial. Estas no son meramente palabras para impresionar. Si se da cuenta, añado reseñas de varias fuentes fidedignas a esta, mi columna e opiniones personales. Lo que escribo ha sido, de una u otra manera, sobre este hombre—una de las personas más hostiles y peligrosas que ha visto el mundo.
Por eso, vote y piense sobre ambos candidatos. No crea lo que escribo, infórmese pues el juego de todos está en nuestras manos—en sus manos. Yo sé lo que haré en noviembre para detener esta situación. ¿Sabe usted? ¡Buena suerte seleccionando al candidato de su predilección! La vamos a necesitar.
*Graysen Martínez Ocasio es el Publicadora de The Rainbow Times. Tiene un bachillerato en periodismo de Temple University y una Maestría en Administración de Empresas de Marylhurst University. Se puede comunicar con Graysen via su correo electrónico.